domingo, 1 de septiembre de 2013

Lo que puede ser

La última gran obra del xavismo culé fue por allá a finales del 2011, en Japón, días después de tapar bocas en el Santiago Bernabéu con tres goles. Esa temporada, Cesc había vuelto a casa. Guardiola lo había pedido. Sabía que luego de tramitar en Wembley el certificado que validaba, de forma unánime, a su Barcelona como uno de los mejores equipos de la historia -y tal vez el mejor-, aquello iría cuesta abajo. Era el punto más alto. A partir de ahí, el descender es algo normal. Es humano. Pep siempre buscó la reinvención constante. Messi falso 9, Ibra delante de Leo, extremos abiertos y Leo falso 9 súper pasador, y otras maneras de renovar. Al llegar Cesc, Pep buscó retornar al 3-4-3 con el que dominó como jugador España y Europa en los 90. No le salió. Se vació, y se fue.

Dejó un proyecto inconcluso. Y a Cesc en incógnita total. Ya pasó más de un año desde entonces. En ese año que pasó, Xavi tuvo que ser aplastado por una partida de alemanes para que todos dijéramos lo que sonaba a tabú. El 6 del Barcelona no da más. La Supercopa de hace poco lo reafirma más. A sabiendas de ello, Martino trabaja en relevarle. Fábregas, quien no ha necesitado otra cosa desde que llegó al Camp Nou que confianza y protagonismo, al fin parece tenerlo. Pero real. No aquel de 'complemento' de Messi, de 'doble falso 9', ni de 'me escoro a la izquierda y corro para Iniesta'. No. Es claro partícipe de la generación de juego, desde la posición de interior. Y, como su fútbol lo demanda, tiene licencia para moverse mucho.

En Mestalla vimos el primer partido de Martino sin Xavi. Cesc con Iniesta, escoltados por Busquets, y arriba Leo con Neymar. Pedrito, de rol oscuro, pegado a la derecha. Djukic fue muy valiente y salió a presionar arriba. Eso le costó tres goles de Messi. Le costó porque Neymar pinchaba constantemente al lateral, porque Cesc con algo de espacio la pone redonda para el gol, y porque Messi es Messi. Luego vinieron dos goles que fueron producto de dormirse en los laureles. Es la tercera fecha. Martino trabaja mucho en corregir eso. Sus gestos luego del doblete de Postiga hablan por él.

Sin Xavi, quien en sus años mozos la tocaba abajo, la llevaba, y la entregaba para el tanto, hay buscar solución. Sin la figura que por sí sola amase, hornee y entregue el pastel, es necesario que lo hagan varios. Así, Busquets, Iniesta, Cesc y Messi trabajaron mucho la pelota. La idea está en que Busi haga lo que sabe hacer, en que Iniesta no la pierda, en que Cesc la toque, se mueva y la entregue perfecta, y en que Messi colabore y pase o remate. Y a la par de todo eso, que Neymar reciba de cualquiera de los anteriores, rompa a golear, o, que si quiere, nos regale gestos tan especiales como el tacón al 10. Dos genios en una baldosa.

Lógicamente hay cosas que el Barcelona debe mejorar. Neymar debe presionar más a la hora de la pérdida, Cesc debe contenerse un poco. O que Alba no se descuelgue tanto. Messi debe alcanzar su estado de forma óptimo -que estando mal hace tres-, y lo mismo Iniesta.

La idea se torna sostenible en grandes noches. Busquets más arropado por sus laterales, todos más juntos. Hay mucho potencial de desequilibrio, que Iniesta, Neymar y Messi, por sí mismos, son lo que son. Juntos, una vez que engrasen, veremos. El Barcelona post-Xavi no aspirará a ser el de la 10-11. Pero sí a volver a competir. Y a competir con alternativas, creyendo en una idea, y recuperando cosas perdidas. Martino, de momento, va 9 de 9, y afirmó, además que "esta ha sido, de lejos, la mejor versión del Barcelona". Europa se aproxima.

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