miércoles, 7 de agosto de 2013

Aires de cambio

Luka, Isco y Marcelo soplan fuerte. Generan un viento que gusta. Que contrasta futbolísticamente con el del último trienio blanco. El actual, de momento, no tiene detractores, pues a todos les encanta esa sensación fresca. Carlo abrió una ventana por la cual entra aire agradable. Propuso tomar el balón, y entregarlo a Modric y a Francisco. El croata, muy móvil, inicia desde atrás, y agita. Su cinésica, su gestualidad corporal y su pie de seda lo hacen todo estético y potente. Isco, por delante, conduce o pasa, o toca y se mueve, o todas juntas. Y cuando quiere, asiste. Marcelo se pone a la altura que quiere. Y va por dentro o por fuera. Es como si no hubiese nadie más. Sólo quiere la pelota, que con ella, es feliz. Mesut, en una parcela más bien alejada del soplo, la pide a veces, y demuestra con acciones que también está.

¿Y dónde quedó Cristiano? Cristiano, para el rival, es esa ráfaga brutal de viento que te deja sentado. Coletazo de huracán. Él no cambiará. Su pegada te deja sentado. Los demás soplan suave, agradan, y cuando Ronaldo aparece, te lleva. Hoy lo sufrió el Chelsea, comandado por aquel que lo inventó al club blue. No serían suficientes dos líneas defendiendo para robar, correr y marcar. Sí logró evidenciar una carencia que Carlo deberá tapar de sus abanicos blancos: la transición defensiva. Con Xabi y Di María, ese aspecto estaba más cubierto, pero ahora, el Real lo apuesta todo a la ofensiva. A soplar suave, y fuerte cuando sea necesario.

Pero el cambio es evidente. Proponer antes que esperar. Mover el cuero más que las piernas. La temporada es larga. Habrá momentos de desespero, y de inducción a la velocidad desbocada. Hoy, desde el inicio de la segunda mitad, hasta el tercer tanto, los blancos se vieron ansiosos, como quien quiere dejar el cigarrillo y sufre síndrome de abstinencia. El Chelsea lo tentó. Sin embargo, la propuesta es clara. Aires de cambio se avecinan por Chamartín. A menos de 10 días del inicio de La Liga, el Madrid gusta, ilusiona como pocas veces en este siglo XXI.

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